Incluye material documental sobre vida institucional del Gobernador Ragone de Salta, actividades de la Asociación Ragone, el Ateneo Ragone y el Movimiento 11 de marzo Ragone x Ragone.
sábado, 24 de marzo de 2007
Plazas del 24. Memorias del Día de la Memoria.
Plaza 9 de Julio, familiares. Plaza Noe, Colegio de Abogados. Plaza Mosconi, Municipalidad. Un repudio al golpe militar de 1976 a la democracia.
jueves, 8 de marzo de 2007
Semblanza: ¿Quién era el Ex Gobernador Miguel Ragone?
1950 aprox. Hall del Hospital Cristofredo Jackob (Actual Hosp Ragone) |
A 31 años de su asesinato impune. Médico y Ex Gobernador de Salta
¿Quién era el Ex Gobernador Miguel Ragone ?
En mayo de 1973, ‘El Otro País. La revista argentina editada en Salta’, entrevistó al Dr. Ragone en su casa del Pasaje
Puede leerse la entrevista completa aqui , pág 8 y subsiguientes.
- Hay un desconocimiento o una idea equivocada
sobre la personalidad del nuevo gobernador... faltan antecedentes que lo
caracterizan, que lo definan... le proponemos a usted mostrarse tal cual es en
sus textos profesionales, políticos o sencillamente humanos. Por ejemplo,
¿porque lo llaman ‘el médico del pueblo’?
— Pienso que esta definición tiene un poco de
historia. Yo comencé a actuar en salta en 1950 en el ex hospital
Neuroquirúrgico... Cuando vine a salta - aunque a usted le pueda molestar lo
que le voy a decir- estaba incluido de la doctrina peronista que sostenía
quiere que trabajar, trabajar y trabajar...
- Con usted alude a su llegada a Salta, ¿está
significando que no es salteño?
— Nací en Tucumán, pero me eduqué en Salta a
donde llegué desde muy chico, cumpliendo los estudios primarios y secundarios.
Cuando vine de Buenos Aires con mi título de médico bajo el brazo a ocupar la
dirección de ese hospital, imbuido de la doctrina peronista, pensé que al
establecimiento lo íbamos a levantar todos, trabajando. El revés de lo que se
hacía, tomé mi trabajo con toda pasión, trabajando full - time. Recuerdo que
compartía una habitación pequeña con mi mujer y mis tres hijos y vivía en el
hospital las 24 horas del día, empezaba temprano, el médico que más lo hacía
(había jornadas de 30 o 40 consultas): comenzaba a las siete de la mañana - al
revés de todos- y a veces terminaba a las dos de la tarde. Al día siguiente,
alternando, lo dedicaba a operar cinco, seis, siete enfermos, durante toda la
mañana y terminando al tres de la tarde. El hospital contaba en esa época con
70 camas y pensábamos que con ellas podríamos resolver el problema de la
psiquiatría en salta. A ése hospital yo lo inauguré sin recursos de ninguna
naturaleza, porque al venir a Salta lo encontré vacío, sin nada y comprendí que
había que hacer un hospital para agudos, sobre todo para el traumatizado de
cráneo que en Salta no tenía ningún tipo de asistencia y yo era neurocirujano,
lo que provocaba que todos estos enfermos murieran sin una atención adecuada.
Pensamos entonces, con el doctor Brandán, el amoldar el hospital para
convertirlo en establecimiento psiquiátrico ‘de paso’, en el que se pudieran
tratar los casos agudos y rescatables. También pedíamos que se nos diera un par
de pabellones en Güemes para un hospital de crónicos, cosa que se está haciendo
ahora, pero no en la medida que tiene que ser, en la colonia de Linares cuya
capacidad actual está colmada. Vale decir que mi actuación fue durante cinco
años, ya que tuve que dejarla trunca en 1955, no porque yo quisiera sino porque
me echaron ‘por razones de mejor servicio con prohibición de acceso a cualquier
tipo de hospital’...
- ¿Cuál es su especialidad como médico?
— Hice mucha neurocirugía aprendida al lado del
doctor Carrillo que me honró llamándome ‘discípulo’. Pero también estuve en un
servicio de cirugía general en Buenos Aires, con el profesor de Nicola, en el
hospital Rawson e hice incursiones en psiquiatría en el Hospicio de Las
Mercedes. En estos momentos me podría llamar un clínico quirúrgico, vale decir,
que hago casi todo tipo de cirugía.
Con el peronismo
- ¿cuál es su primera vinculación con el
peronismo?
— en 1958, el partido peronista cree poder
salir a la luz por medio de las elecciones. Pero recuerdo que el proceso estaba
condicionado a que el candidato no hubiera ocupado ningún cargo, ni siquiera de
Secretario General de unidad básica. Como yo no había tenido ninguna actuación
política y eran conocidos mis sentimientos hacia la gente, mis protestas contra
los atropellos de la ‘libertadora’ - creo que tuvo la oportunidad de sus manos
y la desperdició- los dirigentes pensaron que yo podría ser el candidato del
peronismo. Me invitaron entonces a una reunión formal, a cuyos participantes no
los conocía, porque nunca había salido de mi consultorio, antes y después de
1955. Vale decir, que mi trato se limitaba a las personas que iban a mi
consultorio a quienes expresaba mi opinión sobre las injusticias que se estaban
cometiendo, identificándome con el peronismo que era el ‘anti’ de lo que se
hacía en aquella época. La reunión fue en la casa del doctor San Millán y entre
los únicos conocidos estaba el doctor Armando Caro, que había sido el hombre
que mantuvo la lucha del peronismo durante los años de la ‘libertadora’. Cuando
me hicieron el ofrecimiento de la candidatura a gobernador, la condicioné a la
opinión del doctor Caro. ‘¿Usted qué opina doctor? Yo conozco su actuación a
través de los diarios y confío en su buen juicio’. El doctor caro me aconsejó
que aceptara y así lo hice, integrándose la fórmula con el señor Rubén Fortuny y hasta se
llegaron a imprimir los votos. Pero no transcurrieron sino unos días cuando
llegó la orden de Perón de no concurrir a elecciones. Lógicamente que mandé mi
renuncia indeclinable a la comisión del Partido Blanco, el que tuvo que
decretar la abstención al quedarse sin candidatos. Esta fue mi primera
incursión en política.
- ¿Fue el suyo un acto de acatamiento a la
orden de Perón?
— Por supuesto...
Una autodefinición
- ¿Cómo se definiría usted personalmente: es un
hombre autoritario, brusco, enérgico, bondadoso, débil de carácter... ?
— La opinión debieran darla las gentes con las
que convivo, con las que me trato, sobre todo los enfermos que se encuentran
por millares. Para estos últimos, su creo ser un hombre por demás bondadoso
comprensivo de sus problemas, no sólo los derivados de la salud sino los que
hacen a su condición humana que pueden llegar a mí como médico. En el fondo, yo
diría que soy, como buen latino, muy sentimental. Sin que ello excluya mis
raptos de enojo. ¡Es lógico...! Es mi carácter, mi temperamento, ¿comprende?
Pero no soy irreflexivo. Yo para llegar a algo tengo que madurarla, pensarla
bien y evaluar por que lo hago. Tampoco soy injusto. Si en alguna oportunidad
cometo una injusticia, tenga la más absoluta seguridad de que después de
reflexionar, o bien por la opinión de terceros, llego a comprender que se trata
de una actitud injusta, vuelvo inmediatamente sobre mis pasos y no tengo ningún
inconveniente en reconocer públicamente que cometí una injusticia.
- ¿Y pesan en usted la cesantía y las
injusticias de que pueda haber sido víctima?
— De ninguna manera puede pesar de eso, porque
al muy poco tiempo de haber ocurrido, se me propuso la restitución con todos
los honores e incluso pagándome los que podría haber percibido, lo que me
pareció una inmoralidad, una injusticia... [ ]
Dos anécdotas
- Tengo dos anécdotas que quiero que me las
confirme. Después del 11 de marzo vino a verlo un grupo de empleados públicos,
o de amigos y le dijeron: ‘Dr., ésta es la lista que hay que dejar cesante en
la repartición’... Usted tomó la lista, la rompió sin leerla y les dijo:
‘háblenme de otra cosa’, ¿es cierto esto?
— Es absolutamente cierto. Es la idea que llevo
al gobierno.
- La otra anécdota: gente de su partido le vino
a preguntar quienes iban ha ser sus ministros, como queriendo participar de tal
designación. Usted les habría contestado: ‘el gobernador soy yo y a mis
ministros los designo yo...’
— absolutamente cierto, pero quiero hacer la
aclaración de que no los designo yo solo. Por cierto que el poder de decisión
no lo voy a abjurar, pero antes de designar a una persona consulto a todos quienes
yo creo que debo consultar. No es cuestión de ir a preguntar a cualquiera, no
porque niegue la capacidad de discernimiento de esas personas, sino sé que hay
un cierto interés y me gusta consultar a quienes conozco desinteresados, a
gentes a quienes tengo absoluta confianza porque hace mucho tiempo que los
conozco. Después del 11 de marzo creo que hay una eclosión del peronismo
espantosa, no sólo en Salta sino en todo el país y que han aparecido muchísimos
consejeros, como también mucha gente capaz, incluso que pretende aconsejarnos.
El consejo trato, en lo posible, de tomarlo de la gente que conozco que es
amiga, leal, sincera y una cosa que es fundamental... Una vez dije en un
reportaje que lo que más me molestaba era mentir y que me mintieran. Ahora le
digo que la norma número uno, lo que priva sobre todas las cosas para elegir
candidatos que vayan a la función de gobierno, es la HONRADEZ de las personas.
Esto es para mí lo primero: una persona es honrada, bien, perfecto. Si no sabe,
puede aprender, pero que no sea honrada, no lo justifico ni acepto. [ ]
Las prioridades
- ¿Cuál es el primer problema que debe
solucionarse en Salta?
— El problema prioritario, la terrible
desocupación. Vea: después del 11 de marzo que recibido a más de 5000 personas,
de las que más de la mitad necesitaban trabajo. Y no sólo eran peronistas,
aunque yo jamás pregunto a nadie su filiación, sobre todo si vienen a pedir
trabajo o vivienda. Si alguno viene y saca su libreta de afiliado, lo primero
que le digo es que la guarde, porque no creo que éso le de más derecho que otro
que no sea peronista y que está más necesitado.
- Quienes piden trabajo, ¿solicitan ser
nombrados dentro de la administración pública?
— Es así... lo que ellos quieren es solucionar
sus problemas y piensan que sólo en la administración pueden lograrlo, pero sé
también y estoy completamente persuadido, que van a saber comprender que la
solución no está en agregarlos a la administración pública porque es
sencillamente imposible.
- ¿Y cómo procurará fuentes de trabajo para
todos?
— L pregunta es muy abrupta... si la solución
no la han encontrado en estos últimos cincuenta años o en lo que llevamos de
vida institucional, sólo podría en este momento, sentado aquí, decirle que la
solución va a ser ésta u otra... se dije antes que si algo me revelaba, era la
mentira y entonces no puedo mentirle a usted, diciéndole que sé cuál es la
solución. Por el contrario, el problema que tiene triste porque sé que no voy a
dar una solución inmediata. Es una de mis grandes preocupaciones la falta de
trabajo...
Mensaje final
- Doctor: conocemos el tiempo valioso que le
estamos haciendo perder...
- Imagínese que hoy dejara el gobierno después
de cuatro años. ¿Qué le gustaría decir a sus conciudadanos, cuál es su mayor
ambición como gobernante, con qué realización se sentiría plenamente
satisfecho?
— Habiendo logrado y alcanzado todo lo que dije
en mis discursos políticos y que es la base de los de construcción y diversión:
decir que pude dignificar a la gente y que ha tenido justicia. Éstas han sido
palabras que no se si están en las pautas programáticas, que poco se han
escuchado en otras partes... Pero debo advertirle que no he sido de los
oradores que han ido a prometer cosas desde las tribunas. Si usted tuviera en
cuenta como ha empezado a quien salta la campaña política, advertirá que hubo
quienes pretendieron hacer promesas desde la tribuna, pero después de haberme
escuchado unas cuantas veces se dieron cuenta por lo que yo dije con mucho
énfasis, de que no íbamos a hacer promesas y que si pretendíamos dignificar y
dar justicia a todos los salteños, sin excepción. Éstas han sido las pautas
programáticas de lo que yo he dicho. Incluso en una oportunidad en el interior
de la provincia me tocó hablar después de un candidato a legislador nuestro y
tuve que desmentirlo porque les prometía un dique. Soplaré, entonces, en que no
podíamos prometer un dique ni nada que no sabíamos si íbamos a poder cumplir,
pero sí les prometo algo que quizás no cueste dinero y que lo podamos lograr, como
la dignificación y la
justicia para todos. Éstas son para mí dos premisas
fundamentales, sin que ello implique que no me preocupe la falta de viviendas,
de trabajo, la falta de convivencia, incluso, entre los salteños.
- ¿Cuál es la falta de justicia o de dignidad
que usted advierte actualmente?
— Yo le devolvería con la misma pregunta.
¿Usted cree que hay justicia y dignificación para la gente humilde aquí en
Salta?
- Yo no ejerzo funciones políticas como
usted... yo podría contestarle a través de lo que trasciende a los medios de
información, es decir, los casos en los que la gente se queja o rebela. Y en
este sentido, le diré que no son tantos los que se quejan o rebelan...
— Claro... usted bien lo ha dicho, no vive en
función política, no convive con la gente humilde y no sabe cuáles son sus
desesperanzas. ¿Usted cree por ejemplo
que se cumplen las leyes sociales en salta? Contésteme con toda honestidad.
- Pienso que hay muchos sectores que no las
cumplen y que lo confiesan.
— La mayoría no las cumplen. Yo le pediría que
se llegue en alguna oportunidad por el departamento de Anta y vea cómo viven
los aborígenes, o en el mismo valle. Yo le diría que si el índice de mortalidad
infantil aumenta en lugar de disminuir, lo mismo que la tuberculosis o las enfermedades
venéreas que están creciendo en forma alarmante, y miles de cosas que le podría
citar y que son fruto de la miseria, usted comprenderá que yo creo que no hay
paz, ni justicia, ni dignidad social. Sino yo no estaría en este puesto. Si las
cosas en este país anduvieran bien, yo haría lo que en el año 46. En aquel
entonces era secretario privado del doctor Carrillo y cuando él me ofreció una
carrera política o un cargo de importancia, la deseché, porque ya que el pueblo
estaba en el gobierno a través del general Perón, prefería ejercer la profesión
de médico para la cual me había preparado. Ahora, una de mis grandes tristezas
es tener que dejar la profesión, no me acostumbro todavía a no levantarme las
6:30 o 7:00 de la mañana para ir a trabajar en el hospital como hice toda mi
vida. No logro, todavía, acostumbrarme a todo esto, pero creo que todos tenemos
un imperativo que tenemos que cumplir, sacrificando cualquier cosa que nos
guste...
- ¿Todo esto quiere decir que la salud pública
tendrá prioridad uno en su gobierno?
— Nada puede ser prioritario sobre otra
necesidad, absolutamente nada. La salud pública es algo que está directamente
relacionado con el trabajo, con el estándar de vida. Si usted no modifica las
condiciones de trabajo, de salubridad, la forma que los trabajadores cumplen
sus tareas específicas, no hay prioridad para salud pública. Si usted no les da
mejores condiciones de vida, mejor alimentación, no para mejorar la salud
pública, porque al darles mejores condiciones de vida está evitando que se
enfermen. Si usted desde chicos les da la leche a las criaturas, va a evitar
que sean tuberculosos el día de mañana. Entonces no hablemos de salud pública
únicamente. Yo diría que una de las cosas prioritarias, sin ser, por supuesto,
de prioridad número uno, va a ser el área de bienestar social. En cuanto a la
salud pública, creo que es muy poco lo que resta hacer. ¡Esto sí que lo vamos a
poder solucionar! En materia hospitalaria o de salud pública en general, ya
tenemos una base importante como es el Instituto del Seguro. Y si bien la
proporción de camas con relación al número de habitantes no está ni siquiera a
la mitad de lo que se considera óptimo, lo mismo que la cantidad de personal,
creo que no lo podemos solucionar.
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